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En el año 2002 se inició una publicidad negativa acerca de la terapia hormonal de reemplazo (THR) porque apareció un informe que alertaba sobre el riesgo de trastornos cardiovasculares, trombosis venosa y cáncer de mama en mujeres postmenopáusicas que habían usado una combinación de estrógeno (“estrógenos conjugados equinos”) y progestina (“medroxiprogesterona”) por vía oral en ciclos de 21 días ya que conservaban el útero. Este informe que ahora se conoce trivialmente con las siglas en inglés: WHI (Women´s Health Initiative) ha sido el causante de descrédito, incertidumbre y amplias discusiones sobre la THR. Más adelante, en los últimos días de febrero de 2004, apareció en la literatura científica la parte complementaria del estudio WHI que se realizó en 11,000 mujeres entre 50 y 79 años de edad quienes tenían el antecedente de una histerectomía, por lo cual sólo habían recibido el estrógeno conjugado en forma continua. En comparación con el grupo testigo sin recibir hormonas, se encontró un mismo riesgo relativo de enfermedad coronaria isquémica y de cáncer de mama; el riesgo de accidentes vasculares cerebrales y tromboembolismo fue mayor, pero predominando en mujeres obesas que habían iniciado la sustitución con los estrógenos después de los 60 años. Es por ello que se ha considerado la terapia con tibolona, llamando la atención la peculiaridad de su acción versátil y especificidad sobre los tejidos, lo que ha llevado a su aceptación mundial como una opción de reemplazo hormonal en la mujer postmenopáusica.

Dra. Basurto Acevedo M.

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